Aunque no siempre es posible racionalizar. En el mundo de la empresa y las relaciones laborales las emociones juegan un papel principal y no sólo cuando las cosas van mal. Las relaciones entre las personas marcan la diferencia entre un proyecto de éxito y otro condenado a fracasar. Relaciones entre los propios compañeros, con los clientes, con lo proveedores y con la sociedad en su conjunto.
Y resulta básico identificarlas. Para la resolución de problemas es fundamental conocer qué emoción está en juego y acertar con la respuesta.
En una empresa con problemas económicos, por ejemplo, prevalece el miedo como emoción básica, sentimiento que se confunde con la ira. Todas las partes enfadadas, se busca culpables, todos se lamentan de lo que pudo haber sido y no fue... pero en el fondo hay miedo.
Miedo a perder el empleo, miedo a los cambios, miedo a perder el esfuerzo de una vida, miedo a una situación incierta y, por tanto, miedo a la falta de seguridad. El miedo, como el resto de emociones básicas, es mal consejero para resolver problemas cuando las cosas se ponen mal.
Hay situaciones que requieren actuar con la mente fría, en las que se debe intervenir con poca carga emocional.
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