domingo, 12 de diciembre de 2010

El gran reto del cambio

(Publicado en Diario de Avisos el 28/12/2010)

“El reformador tiene enemigos en todos aquellos que se benefician con el viejo orden; y sólo defensores tibios en todos aquellos que se beneficiarían con el nuevo orden; esta tibieza surge en parte del temor a sus adversarios... y en parte de la incredulidad del género humano, que no cree en nada nuevo hasta que hayan experimentado.”

Nicolás Maquiavelo


Escuchamos un denso silencio justo después de que el jefe sentenciara: esto tiene que cambiar y va a cambiar.
Tenemos terror al cambio. De manera inconsciente nos sube la tensión, incrementa el ritmo cardiaco, dispara la rumorología, desata las más bajas pasiones en forma de envidias y puñaladas, genera oposición, descontento, en definitiva, bloquea mentes y voluntades. Sin embargo, hemos de convivir con él, forma parte de la vida de las organizaciones, de su necesaria evolución permanente, la tarea ineludible de adaptarse a la variabilidad del entorno para sobrevivir.
Pasar a la acción. Cuando llegamos a la conclusión de que necesitamos un cambio y éste es percibido como un hito, se hace evidente la ineficacia de los procesos directivos. Cuando se considera inaplazable diseñar y poner en marcha un conjunto de medidas que modifiquen un alto porcentaje de los procesos productivos que conforman el día a día de la actividad, es que se nos ha hecho tarde.
Esta realidad también es aplicable a las administraciones públicas en las que no sólo el ciudadano evidencia tal exigencia, la de reconsiderar tanta burocracia e ineficiencia, sino los propios funcionarios que se sienten ajenos a los cambios que ocurren en la sociedad a su alrededor.
Nos enfrentamos a un proceso de revisión que implica gestionar un importante conflicto emocional. Con tres actores: el que decide al concluir que es necesario, el que debe impulsar los cambios y el damnificado; y sus argumentos:
- Tengo que promover el cambio pero me asusta no haber analizado correctamente la situación actual ni haber sopesado bien sus efectos.
- Lo entiendo y puede que sea necesario, pero la organización no está preparada para asumirlo y el coste será mayor que el beneficio que se pretende conseguir.
- No entiendo por qué tenemos que hacer las cosas de otra manera si siempre las hemos hecho así.
También queda la opción de cerrar, una decisión mucho más valiente que abandonar la organización a la deriva del inmovilismo… y no debemos descartarla. Mas apostaremos por iniciar los procesos de cambio, animaremos a los responsables a emplearse a fondo con prudencia, a poner en liza sus habilidades de liderazgo y a recurrir a asesoramiento especializado. Debemos implicarnos.
Una oportunidad. La compleja realidad que envuelve la gestión del cambio puede aportarnos muchos ingredientes para motivar al personal, piedra angular de las organizaciones, aunque haya todavía quien pretenda hacer valer el dinero por encima de todo.
Prometer salvar tu puesto de trabajo, palabras de ánimo o palmadas en la espalda, no son acciones válidas de motivación. No somos tan básicos, tenemos necesidad de aprender, de crecer como profesionales, de formar parte de un equipo, de ayudar a alcanzar una meta común.

La gestión del cambio nos ofrece una excelente oportunidad para creer en las personas y en sus capacidades. Liderar el cambio es fomentar la participación de toda la organización en el replanteamiento de los procesos, que cada uno se cuestione cómo hace su tarea, por insignificante que parezca en el conjunto. Cada trabajador percibirá que es importante, será escuchado y contribuirá sumando su talento al del resto de compañeros. La oportunidad perfecta para que todo el personal comprenda e interiorice qué hace la empresa, en definitiva, cómo ayuda a sus clientes.
Todavía hay algo más importante. La gestión del cambio, entendida como esa revisión de los procesos, supone para toda la organización un gran reto, definido, según el caso, como la supervivencia de la empresa o como la lucha para plantarle cara a las nuevas condiciones del mercado. Conseguir implantar el cambio es el reto, alcanzarlo es el logro. La identificación del logro durante los procesos de cambio, su distribución en fases y la evaluación de su cumplimiento, se convierte en la más eficaz herramienta de motivación para impulsar cualquier proyecto empresarial al éxito.


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