viernes, 14 de enero de 2011

Ser antipático evita el despido

Crea una barrera impenetrable y nadie se mete contigo; una de las más básicas estrategias de supervivencia empleadas en el mundo laboral.
Y no es una opinión, lo digo como observación de lo que ocurre en muchas empresas.
El antipático es un personaje, hombre o mujer, que mantiene a su alrededor un campo de energía negativa que lo protege. Ni siquiera tiene que esforzase en cumplir con sus tareas pues nadie se atreverá a recriminarle su ineficacia, ni jefes, ni compañeros, ni clientes. Todos le temen. Nadie está dispuesto a enfrentarse a un bufido, a una mala cara, al ácido sarcasmo, prefieren dejarlo estar.
Los mejores consiguen dar la sensación de que su antipatía está íntimamente ligada a sus funciones, como si fuera un efecto secundario, y espantan a cualquier competidor. El antipático es un superviviente nato.
Administrar antipatía es un seguro de empleo: años pueden pasar sin que nadie haga nada.
Por lo general sólo aplica antipatía en su puesto de trabajo y fuera de horario es todo optimismo, sonrisas y amabilidad. Nadie sospecha fuera de su ecosistema.
Admirable recurso para evitar un despido.
Si usted en su empresa tiene algún personaje de éstos, me ofrezco a desenmascararlo; a estas alturas soy inmune.

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